Mantenimiento del coche eléctrico: esto es todo lo que tienes que saber
Los coches eléctricos son menos complejos mecánicamente y tienen menos piezas móviles, por lo que su mantenimiento también es menor.
Antes de lanzarnos a la compra de un coche, hay multitud de factores que debemos analizar. Más allá de su precio de compra, hay muchos otros aspectos que van a definir cuál es el coste global de tener un coche. Entre esos aspectos se encuentra el coste del combustible, el coste de mantenimiento, el seguro, el impuesto de circulación, gasto en parquímetros, la ITV… Al fin y al cabo, el gasto que supone tener un coche va mucho más allá de lo que nos cuesta sacarlo del concesionario.
A pesar de que las diferencias se van estrechando, el coste de adquisición de un coche eléctrico todavía es superior al de uno de combustión. Sin embargo, cuando hablamos de coste operativo, el coche eléctrico es mucho más competitivo en muchos de los aspectos mencionados anteriormente. Por ejemplo, si se contrata la tarifa adecuada, moverse en coche eléctrico puede costar poco más de un euro cada 100 kilómetros, algo impensable con un coche de combustión. También hay cada vez más ayuntamientos que bonifican el impuesto de circulación a los coches eléctricos, o que les permiten aparcar gratis en las zonas de estacionamiento reguladas.
Esta vez nos vamos a centrar en el mantenimiento del coche eléctrico. Un mantenimiento que, ante la simpleza del coche eléctrico frente al de combustión, es mucho más reducido.
El coche eléctrico: una tecnología más que probada
Hace ya varios años que el coche eléctrico comenzó a entrar en nuestras vidas. Cada vez es más común ver coches eléctricos en las calles y se está convirtiendo en una tema candente en los medios de comunicación.
En ese sentido, ante la llegada de nuevas tecnologías, es normal que parte de la población tenga cierto reparo a ser pionero en su uso, que tenga miedo a lo desconocido. Nadie quiere ser el “conejillo de indias” de un nuevo avance tecnológico, ya que eso puede implicar tener que lidiar con los potenciales fallos derivados de dicha innovación.
Sin embargo, cuando hablamos de coches eléctricos, esa fase está mucho más que superada. Si hacemos un repaso a la historia, podemos comprobar que el coche eléctrico fue uno de los primeros automóviles que se desarrolló, permitiendo sustituir a los ya por aquel entonces obsoletos carros de caballos. Corría el año 1880 cuando comenzaron a aparecer las primeras baterías recargables, y con ellas los primeros coches eléctricos.
A pesar de que su declive llegara a partir del año 1900 con la invención del motor de arranque y la revolución que supuso Henry Ford y su Ford T, durante todos estos años la tecnología eléctrica nunca ha dejado de utilizarse. Las piezas del sistema de tracción de un coche eléctrico (tales como el motor eléctrico o el convertidor electrónico) llevan más de cien años desarrollándose y utilizándose industrialmente. Por su parte, las baterías de iones de litio ya se acercan a los 30 años de desarrollo y utilización, siendo especialmente significativos los avances conseguidos en los últimos años.
Cientos de objetos y máquinas que utilizamos en nuestro día a día utilizan algunas de estas tecnologías. Un ejemplo claro podrían ser los trenes o tranvías en el caso de los motores eléctricos, y los teléfonos móviles u ordenadores portátiles en el caso de las baterías de litio.
Cuanto más simple, menor posibilidad de fallos
El coche eléctrico es un automóvil mucho más simple que el coche de combustión. Un motor de combustión interna tiene cientos de piezas que se mueven de forma coordinada y están sometidas a desgaste y a altas temperaturas. Y en cada uno de los sistemas y subsistemas que incorpora dicho motor, como el sistema de engrase, encendido, alimentación, refrigeración, admisión, escape, culata, bloque, etc., el número de elementos que lo forman, se multipla en número en comparación al eléctrico. Así, por ejemplo, si tomamos un motor eléctrico por partes, veremos que incorpora básicamente un rotor, un estátor, un soporte, cojinetes y unas tapas de cierre.
La mayoría de las piezas con las que cuenta el sistema de tracción de un coche eléctrico no están sujetas a desgaste ni a altas temperaturas, por lo que su mantenimiento es mucho más sencillo o directamente, no existe. No cuenta, tampoco, con piezas como el embrague, la caja de cambios, la correa de distribución, por citar algunas de los más habituales. Por otro lado, los motores eléctricos tampoco tienen filtros ni aceite, uno de los mantenimientos periódicos más habituales de los coches de combustión.
Ante esta simplicidad mecánica, las averías potenciales y el mantenimiento de un coche eléctrico va a ser menor que el de uno de combustión.
Comparativa: mantenimiento del coche eléctrico frente al de combustión
Vamos a comparar las acciones de mantenimiento necesarias en un coche eléctrico frente a un coche de combustión convencional. Para ello, hemos comparado un Volkswagen e-Golf eléctrico frente a un Golf de combustión convencional. Además, hemos aprovechado para hablar con David Montero (@electroshock), técnico de alto voltaje de Volkswagen, para que nos aporte su experiencia en el mantenimiento de coches eléctricos.
La siguiente tabla muestra los principales elementos que necesitan de un mantenimiento periódico, tanto para el e-Golf como para un Golf de combustión, según el catálogo de Volkswagen Service.
Como se puede comprobar en la tabla, el conductor de un coche eléctrico puede irse olvidando de multitud de mantenimientos periódicos que sí que deben realizarse en los coches de combustión. Entre los más habituales están el cambio de bujías, de la correa de distribución, del filtro del aire, del filtro de combustible…
Según nos cuenta David Montero “muchas veces, las actuaciones a realizar se limitan a una mera inspección visual, comprobando que todos los componentes de alta tensión y aislamientos se encuentran en perfecto estado”. Y es que al tratarse de un coche que trabaja con tensiones superiores a los 12 voltios habituales en los coches de combustión (hasta 400 voltios), es necesario comprobar que todo se encuentra en perfectas condiciones y correctamente señalizado.
En cambio, no se nos puede olvidar que el resto de elementos comunes en ambas tecnologías de propulsión seguirán necesitando mantenimientos o recambios periódicos. Hablamos de elementos de desgaste tales como las escobillas limpiaparabrisas o los neumáticos, entre otros.
Mención especial merecen las pastillas y los discos de freno. A pesar de que se trata de un elemento sujeto a desgaste en ambas tecnologías, la frenada regenerativa disponible en los coches eléctricos permite retrasar su desgaste “esto se hace especialmente notable en ciudad, donde gracias a la frenada regenerativa no solo ahorras energía, sino que también reduces el uso del freno mecánico muchísimo, retrasando la necesidad de cambiar las pastillas y discos de freno” nos cuenta David. De hecho, actualmente existen taxistas conductores de coches eléctricos que siguen con las pastillas de freno originales después de más de 300.000 kilómetros recorridos.
En definitiva, cuando hablamos de un coche eléctrico hablamos de un automóvil que utiliza un sistema de tracción más sencillo y con componentes que han sido ampliamente utilizados industrialmente. Por eso, podemos prever que si su utilización es correcta, el mantenimiento de un coche eléctrico también será menor.
Fuente:https://www.hibridosyelectricos.com
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