Robo de combustible, prevenir antes que lamentar
Se calcula que cada se roban en ruta unos 13,5 millones de litros de gasóleo a los camiones. Los métodos son múltiples y variados, por lo que la IRU ha tomado cartas en el asunto y aconseja prevenir para no tener que lamentar.
A las múltiples complicaciones del trabajo de transportar mercancías de un lugar a otro se le está uniendo, en los últimos tiempos, una más: el robo de combustible en la ruta. La actual crisis económica, unida al precio que está alcanzando el precio del litro de gasóleo, está haciendo que los delitos de hurto de combustible (es más correcto decir hurto que robo) estén llenando de denuncias a los cuerpos de seguridad del Estado.
En principio, estos delitos no llevan implícita violencia (el conductor o dueño del camión no es consciente de que le están robando hasta que es demasiado tarde). El derecho penal español establece en 400 euros el límite entre lo que considera delito o no: por debajo de esa cantidad, sería sólo una falta, mientras que por encima, la ley ya puede actuar contra el ladrón.
El “modus operandi” (es decir, la forma de actuar) es bastante simple: la más conocida es abrir la tapa del depósito, coger una goma o manguera, unirla a una bomba de extracción y conectarla a otro depósito para trasladar el líquido. El proceso no es demasiado lento (dependiendo de la cantidad de gasóleo que tenga el camión en ese momento) y se hace entre una y dos personas, como mucho.
Otro procedimiento que también se ha utilizado es el siguiente: colocar el camión debajo de un depósito situado en el suelo (como los que existen en las propias estaciones de servicio), romper el depósito y colocar una goma para ir pasado el gasóleo a otros recipientes más pequeños. Esta táctica se suele hacer de noche y pasa totalmente inadvertida a ojos de cualquier vigilante de seguridad.
El caso es que los camiones pueden llevar, como máximo, entre 1.200 y 1.500 litros de combustible repostado. Eso sí, en dos depósitos. Para los transportistas de internacional es muy apropiado porque les permite viajar durante más tiempo con el gasóleo nacional, que suele estar a precios más bajos que el foráneo. Teniendo en cuenta que el precio del litro de diesel en gasolinera es, en la actualidad, de 1,35 euros de media en España, el botín asciende a más de 2.000 euros, cantidad que está muy por encima de los 400 euros que dicta la Ley como delito.
Dónde y cuándo
Los robos y hurtos se producen, casi siempre, en áreas de descanso o vías de alto volumen de tráfico, aprovechando el descanso de los conductores. Antes eran casi siempre de noche, pero ahora son a cualquier hora del día. Mientras el dueño del camión duerme, para a comer o termina su jornada laboral, los ladrones se hacen con el botín.
En España, los mayores índices de robos se producen en las fronteras con Francia (Irún y La Junquera). Es allí donde los transportistas hacen sus descansos y donde los ladrones saben que hay mucho material que robar, porque los camiones suelen ir cargados de gasóleo en sus dos depósitos, mayormente.
Según la Unión Internacional de la Carretera (IRU), entre el 80% y el 90% de sus empresas asociadas han sufrido robos de combustible más de una vez. Es decir: casi todas. No en vano, las denuncias presentadas por este problema suman 13,5 millones de litros de gasóleo en la zona euro.
También se ha calculado que el problema de los robos de combustible supone, para las grandes empresas de transporte internacional, unos 5.000 litros al año para cada una.
Esta organización ha alertado del problema y ha decidido lanzar una campaña de prevención, a sabiendas de que es muy complicado atajar el problema, un hecho que no se produce más en unos países que en otros, sino que está muy extendido en todo el mundo.
Entre las recomendaciones que ha hecho la IRU está la de hacer un inventario de combustible, para así justificar cuándo se ha producido el hurto. A la hora de presentar una denuncia, esto facilita mucho las cosas.
Otro consejo que se da es, cuando se vaya a un área de descanso y se vaya a pasar la noche, es colocar el camión de modo que sea difícil para los ladrones acceder a la tapa del combustible (aparcar pegado a una pared o cualquier elemento que dificulte el robo). Se trata de ponérselo lo menos “en bandeja” posible. También sería ideal no aparcar de noche con el depósito lleno, pero eso es más difícil de controlar.
En el mercado existen múltiples dispositivos que se colocan en la tapa del depósito e impiden que se puedan introducir gomas o mangueras: sistemas que bloquean las bocas, dispositivos anti-sifón, etc. Hay equipamientos antirrobo que controlan la cantidad de combustible en el tanque y se conectan a alarmas, que suenan cuando detectan que el nivel de líquido baja demasiado rápido y sin el motor en marcha.
Lo más seguro es dejar el camión en una zona vigilada, tanto físicamente como por medio de cámaras de vídeo. De esta manera, cualquier movimiento próximo al camión será controlado y, en caso de que se produzca el robo, será más fácil de identificar a los sospechosos.
Formas y maneras
Los expertos en colocación de sistemas antirrobo ya saben cuáles son los métodos más usados por los cacos para robar combustible y también cuáles son los más sofisticados y complicados. Según sus cálculos, entre el 80 y el 90% de los robos se hacen por medio del tapón: ya sea el del depósito o mediante una rejilla antirrobo que muchos instalan y que consiste en una especie de embudo que permite que entre el combustible pero que no pueda salir. Sin embargo, los ladrones tienen ya sistemas para arrancar este filtro, y lo hacen fácilmente.
Cuando no pueden robar por el tapón, lo hacen mediante el aforador. Esto es un dispositivo que se coloca en el depósito y que sirve para medir el caudal de combustible que tiene en cada momento. Los ladrones cortan los tubos y, ya sea metiendo la manguera directamente, o bien con una bomba de extracción (por vacío), consiguen sacar el gasóleo. Según los expertos consultados, este método es bastante utilizado también.
Un método poco visto, pero que algunos dicen que han visto, es perforar el depósito y sacar el combustible. Se trata de un método complicado, porque es mucho más sencillo hacerlo mediante el tapón y se tarda bastante menos. Los que lo usan pinchan la parte más alta del depósito, hacen un agujero, meten una goma y extraen el carburante. El problema para ellos es que el proceso es lento, costoso, aparatoso y hace mucho ruido.
Hay que tener en cuenta que los depósitos de los camiones están fabricados en aluminio, que es un material muy dúctil y maleable, por lo que hacerle un agujero no es complicado (se puede hacer con un taladro doméstico, como el que se usa para colgar cuadros o hacer pequeñas reparaciones). Con un material más duro, como el acero, sería mucho más complicado.
Existe una forma de sacar el gasóleo que consiste en ir a la parte de abajo del depósito, y localizar unos tapones de “sangrado”, para vaciarlo desde allí. Se trata de unos tornillos, ya sean de métrica o de allen, que los ladrones aflojan y por donde sacan el combustible. Se trata de un procedimiento no muy habitual, pero que se ha visto en alguna ocasión.
Cuando el tapón lleva el filtro antirrobo, los propios ladrones tienen un método para robar a través de él: llevan un dispositivo en forma de pulpo, que en realidad es una manguera con muchas ramificaciones, e introducen cada una de ellas en cada uno de los agujeros que tiene el filtro. Abren el tapón, forzándolo y, sin romper la rejilla, sacan el carburante.
Los camiones que hacen transporte internacional suelen llevar dos depósitos, para garantizarles la mayor autonomía posible, y hacer así el menor número de repostajes fuera. Estos dos depósitos son, en realidad, vasos comunicantes (están unidos uno al otro) que llevan una especie de manguera que va de un depósito al otro. Esta manguera tiene unas dimensiones considerables (tiene el tamaño de un brazo humano). La cortan por la mitad y extraer el gasóleo de los dos tanques a la vez. Es un proceso limpio y bastante sencillo (de hecho, no llegan ni a tocar los depósitos).
Por último, en un porcentaje menor (entre un 10 y un 15% de los casos) se ha detectado que son los propios chóferes los que roban el combustible. Suele ocurrir en empresas grandes, con flotas que superan los cien camiones, que contratan a personal de dudosa honorabilidad. La mayoría de las veces, el robo no es de todo el depósito, sino de unos pocos litros (suele ser para el consumo de su coche privado), por lo que a veces ni siquiera se detecta.
En este sentido, a los instaladores de estos sistemas les cuentan sus propios clientes que existen personas que, sin dedicarse a ello de forma profesional, roban el gasóleo de los camiones para su uso personal. Es decir, en lugar de ir a una estación de servicio y repostar su vehículo, lo que hacen es ir a un camión y sustraer combustible para llenar su vehículo. En este caso, el dueño del camión o chófer tampoco detecta el robo, si se ha hecho sin forzar, claro está, porque la cantidad suele ser pequeña (30 ó 40 litros).
Mercado negro
Una vez robado el gasóleo ¿qué hacen los ladrones con él? Obviamente, volver a colocarlo en el mercado, esta vez, en el negro y siempre en la ilegalidad. La gran demanda de combustible diesel hace que no sea nada difícil venderlo en pequeñas cantidades y a personas de escasa moral, que no les importa saber cuál es su procedencia o si está en buen o mal estado (con el consiguiente riesgo que supone manipular un material considerado peligroso e inflamable).
Los ladrones, una vez con su botín, colocan la mercancía en las propias áreas de descanso o en las fronteras, donde el tráfico de vehículos es intenso. Tanto en Irún como en La Junquera es común pararse a descansar y ver cómo hay sujetos que ofrecen gasóleo en garrafas.
Para conseguir clientes, venden el gasóleo robado a 0,80 euros o a un euro, mientras que en la gasolinera cuesta entre 1,30 y 1,40 euros. Al parecer, no sólo se vende a pequeños usuarios, también las empresas grandes están a veces entre sus clientes.
El proceso de vaciar un depósito con el método más habitual (el de romper el tapón del tanque) suele tardar, dependiendo de la bomba de extracción, diferentes tiempos: si están bastante profesionalizados, menos de cinco minutos, gracias a las bombas de alta potencia que utilizan. Apenas hacen ruido y su tamaño no es mayor que el de un ordenador portátil. Se pueden comprar a través de internet porque son totalmente legales. También se pueden encontrar en cualquier ferretería de cierto tamaño. Algunas las venden directamente con el motor y otras hay adaptar un taladro. En cualquier caso, su venta es legal. Tenerla no es un delito: otra cosa bien distinta es que les pillen robando con ellas.
El perfil medio del ladrón es, según los que instalan los sistemas antirrobo, el de un delincuente no especializado. No es como el que roba un banco o una nave industrial, que suelen tener conocimientos altos de electrónica. El ladrón de camiones utiliza una picoleta o unos alicates y no necesita mucho más. Aún así, van mejorando los sistemas y se van haciendo más sofisticados.
Para robar más de mil litros de combustible, los ladrones hacen uso de grandes vehículos (tipo furgoneta de gran capacidad) ya equipados o, incluso, cabezas tractoras que vienen equipadas con depósitos ocultos y sistemas de extracción. No en vano, hace poco apareció una noticia en los medios de comunicación acerca de la localización de una cabeza tractora que llevaba unas bombas de extracción ocultas en los extintores, y unos depósitos, para recoger todo el gasóleo robado. Para este método, lo que se hace es colocar el camión que va a “recibir” el carburante al lado del que se va a robar. Se suele hacer de noche, mientras el chofer duerme.
También se suele usar furgonetas grandes, sin base. Por debajo, sacan una manguera hasta el camión que esté a 20 ó 30 metros. Dentro de la furgoneta hay un depósito vacío que recoge todo el combustible que se está robando.
Otro perfil de ladrón es el ratero de poca monta que roba para su consumo propio. Aparte del robo, sueles destrozar bastante el depósito, el tapón o el aforador. Y no es poco lo que hacen: una avería del aforador puede rondar entre los 500 y los 2.000 euros. También hay cacos de la zona, que localizan un camión y roban el combustible delante de la casa del conductor, porque saben dónde vive.
Fuente: Camión Actualidad
José Miguel Fernández Gómez, es experto en gestión de flotas de vehículos, y el director de Advanced Fleet Management Consulting que suministra servicios de consultoría en gestión de flotas de vehículos
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