El problema de los polizones en el transporte
La inmigración es un problema grave en toda Europa: España lo padece de forma especial, pero quien lo está sufriendo de forma directa son las empresas que trabajan en internacional, especialmente con el Reino Unido.
Hace un mes, la policía francesa encontró en un camión de Murcia 20 inmigrantes que se habían subido en la ruta de la empresa española hacia el Reino Unido. Se introdujeron en el vehículo a través del techo, cortándolo con una radial, y allí estuvieron, soportando temperaturas entre cero y cinco grados durante las horas que duró el viaje.
Este hecho lleva tiempo repitiéndose en la ruta terrestre entre Francia e Inglaterra: los inmigrantes llegan hasta el país vecino por carretera, y utilizan camiones para pasar el Canal de la Mancha, porque su destino final es el Reino Unido.
Para muchas empresas de transporte internacional, esta situación ha dejado de ser un caso puntual para convertirse en un problema frecuente. Y las consecuencias son múltiples: inseguridad jurídica (riesgo a que se acuse al conductor o a la empresa de trata de seres humanos, un delito grave), pérdida de la mercancía (al estar adulterada por la presencia de personas en la caja del camión) y pérdida de tiempo, al tener que estar en dependencias policiales durante horas (en el mejor de los casos) para tratar de solucionar el asunto.
El número de asaltos a los vehículos se está incrementando, dejando a los transportistas desprotegidos, pese a las medidas de seguridad que las empresas instalan: sensores de apertura de puertas, sensores volumétricos que detectan la presencia humana en el interior, cerraduras especiales o precintos, etc.
Pérdidas económicas cuantiosas
El problema tiene múltiples aristas: por una parte, la seguridad, por otra, la económica y, una tercera, jurídica. En el primer caso, las empresas temen, cada vez que envían un camión a Inglaterra, que se cuelen inmigrantes en su interior. Luego están las pérdidas económicas, ya que los dueños de la mercancía rechazan toda la carga transportada desde el momento en que se han subido polizones a los vehículos (se calcula que este problema puede suponer pérdidas de unos 25.000 euros por viaje, en productos como frutas y verduras). Y la cuestión jurídica también tiene importancia, porque los transportistas denuncian los hechos, pero ni la policía francesa, ni la inglesa, ni la española, consiguen resolver el problema, pese a la colaboración que existe entre ellas.
Las pérdidas económicas pueden llegar a los 25.000 euros, y las compañías de seguros sólo pagan en torno a 6.000 euros
El problema no se limita a Murcia, sino a cualquier empresa que suba a Inglaterra para descargar allí. Es el caso de Transnaba, una compañía de transporte de Alicante con muchos clientes en el Reino Unido. Uno de los gerentes, Jesús Navarro, nos explica qué supone para ellos lidiar con este problema añadido: “Aparte de la inseguridad que ya tenemos en la carretera, también tenemos que ser nosotros los vigilantes de que los inmigrantes no pasen a los demás países. A veces quieren dar la impresión de que nosotros traficamos con ellos a cambio de dinero, y eso es mentira. Yo aseguro que el 99% de las empresas que hacemos Inglaterra, ninguna tiene nada que ver. Las empresas como tal, ninguna” dice convencido.
Jesús Navarro cree que a la policía francesa no le interesa poner freno a la inmigración, porque “si se van 10 inmigrantes ilegales, son 10 menos que de los que tienen que ocuparse. Al final, nos responsabilizan a nosotros ¿cómo? Creando una serie de protocolos, y cuando hay un problema, o ese protocolo no se cumple, o se les cuela alguien, los responsables somos nosotros. Nosotros tenemos los problemas con ellos: con sanciones importantes, con problemas de todo tipo….”.
Los transportistas creen que hay mafias que les ayudan a entrar en Inglaterra, diciéndoles lo que tiene que hacer para subirse a los camiones y cómo entrar en los remolques
Uno de sus últimos incidentes por este motivo les sucedió hace unas semanas: llegó el chófer, antes de llegar a Tour (en Francia), a hacer la pausa y, sobre las cinco de la madrugada, oye ruidos. Se baja y llama a la policía: vienen dos patrullas de la policía de los gendarmes. Abren el camión y se habían metido cuatro o cinco personas, quedando fuera otros tres o cuatro. Los gendarmes tardaron dos horas en sacar a los inmigrantes. La policía francesa pedía que salieran y ellos se negaban. Y mientras, las puertas del frigorífico, abiertas. Al final, tuvo que ir el chofer, entrar en la caja y decirles a los polizones que salieran de allí, con cuatro parejas de gendarmes sin hacer nada.
En el último mes, y a raíz de las movilizaciones provocadas por los chalecos amarillos, se está detectando un desplazamiento de la inmigración al puerto de Caen (al lado de Le Havre y al sur de Calais). Al parecer, antes había menos inmigrantes, pero en los últimos meses la situación se ha recrudecido.
Un problema que sólo se da en Inglaterra
Al habla con Manuel Pérezcarro, secretario general de Froet (la federación regional de Murcia, integrada en Conetrans), señala que ”todas las empresas que van a Inglaterra tienen este problema. El principal problema es que no hay áreas de servicio seguras, en las que los camiones pueden estar vigilados. Con eso, se solucionaría el problema. Cuando un camión pueda quedarse en un área de descanso en la que exista vigilancia (que no vídeovigilancia), se acabarán los polizones, los robos y todo”.
Según sus informaciones, los camiones que van hacia el norte de Europa, los que van a Inglaterra se desvían en Tours (en el centro de Francia). “A partir de esa ciudad hasta el desembarque, tanto si toman el ferry o el Eurotunnel, cualquier parada tiene riesgo de que se meta alguien“. Porque ya se sabe que, en esa ruta, los camiones van a Inglaterra. Al parecer, “el problema sólo está en Inglaterra“.
Si la Policía inglesa encuentra polizones en un camión, el dueño de la empresa tiene una sanción entre 667 y 6.670 euros por persona.
¿Y la Policía, qué hace? “La Policía no puede poner más medios, los que tienen que poner más medios son los Estados. Una vez que se han subido los polizones ¿qué puede hacer? La Policía sí está impidiendo que puedan subirse, pero sólo si los ven: si no los ven, cuando llegan a Inglaterra es cuando tienen el problema. Lo que hay que hacer son áreas de servicio seguras, vigiladas 24 horas que garanticen que los vehículos van intactos desde que entran hasta que salen. Y después, que pongan reconocimientos en fronteras”.
Los perjuicios que sufren los transportistas son cuantiosos: en el caso de mercancías perecederas, el consignatario rechaza la mercancía, porque va contaminada. Y no hay seguro para eso. No hay pólizas de seguro que cubran polizones tal y como se están exigiendo ahora mismo, porque existen pólizas que cubren 6.000 euros de daños por polizones, pero es que la mercancía puede valer 25.000. “Lo que hay que impedir es que se suba el inmigrante al vehículo. Una vez que sube, el daño ya está causado“ lamenta Pérezcarro.
El transporte es testigo, víctima y sufridor
Manuel Pérezcarro asegura que las empresas asociadas a Froet ya no saben lo que hacer, porque están parando muchos kilómetros antes para que no se sepa el destino que lleva ese vehículo. El secretario general de la asociación murciana está convencido de que, por el cariz del último asalto del que se tiene conocimiento, con una veintena de polizones implicados, el papel de las mafias es claro porque se necesita la colaboración de gente externa para poder acceder al techo del camión.
En su opinión, ”esto no hubiera ocurrido si hubiera en toda Europa y en España áreas de servicio seguras, donde se eviten estas situaciones, en las que el pagano es el propio transportista, que se ve completamente desamparado”.
“Desgraciadamente, el sector del transporte de mercancías por carretera es testigo, víctima y sufridor directo de este drama humano“, apunta Pérezcarro, quien explica que, en estos casos, el conductor suele quedar detenido, y el vehículo, inmovilizado, ocasionando una angustia a los transportistas, que se ven impotentes y temen que les pueda pasar a cualquiera de ellos.
Control tras control
El protocolo para este tipo de situaciones es el siguiente: todos los vehículos que entran en el Reino Unido deben llevar un documento (check list) que establece las normas que hay que cumplir desde el momento en que se carga el camión, y que, en cada parada, han de repetir. Consiste en mirar los portapalés, entre los ejes, revisar que todas las cuerdas estén bien amarradas y sin cortes, subirse al techo para comprobar que no está rajado, etc. Es decir, comprobar que el camión está en las mismas condiciones que con las que salió de España.
En el caso de Transnaba, “a todos nuestros camiones, los obligamos a que vayan al control voluntario. Es decir, cuando llegan al puerto, hay veces que la Policía nos manda pasar por los controles. Nosotros queremos que nuestros camiones pasen siempre por el escáner francés. Allí los hacen pasar por el ferro (que detecta latidos de corazón) y así, nos sellan el papel en cuestión. De ahí pasamos al siguiente paso, que es el de los ingleses. Si detectan algo, llegamos a Inmigración y lo detectan ellos, no pasa nada, porque a nosotros no nos sancionan. Pero si llegamos y no tenemos los precintos y detecten inmigrantes, las multas van desde 600 a 6.000 libras por polizón” (667 a 6.670 euros).
Fuente: Transporte profesional
José Miguel Fernández Gómez, es experto en gestión de flotas de vehículos, y el director de Advanced Fleet Management Consulting que suministra servicios de consultoría en gestión de flotas de vehículos
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