La disrupción del automóvil o la auto-movilidad
Automoción, o podemos llamarlo auto-movilidad si tenemos en cuenta los múltiples modelos de negocio alrededor de los servicios de movilidad, conectividad o car-sharing. Un sector en el que se dan cita disciplinas como el diseño, la tecnología, la ingeniería, la producción o el marketing más avanzado, entre otras. Desde luego, un sector con un gran impacto en la economía por el empleo, la exportación o a través de los impuestos que genera.
Con más de un siglo de tradición y muchos cambios a sus espaldas, la evolución no se ha agotado. Es una de las industrias más longevas pero sigue transformándose como el primer día. Por ahora el motor de combustión sigue siendo al alma de esta industria aunque convive con otras tecnologías incipientes como la híbrida, la eléctrica o el hidrógeno.
En el automóvil no solo cambia el diseño sino que cambia el concepto y de forma integral. Ya no se trata solamente de producir el coche más rápido, el vehículo más eficiente o el modelo más sofisticado. Estamos hablando de cómo revolucionar el modelo de transporte de personas. Cómo hacerlo más seguro, predecible, controlado y sostenible. Y la solución no vendrá únicamente a través del coche autónomo.
En este proceso estamos asistiendo también a otros dos fenómenos. Por un lado, la racionalidad; ya no pesa el diseño, el modelo, el estatus de ser propietario de un vehículo como antes. Ahora queremos ‘Maas’ (mobilty as a service). Seguimos buscando la libertad de movimiento, pero ahora queremos evitar los problemas de la propiedad.
Asistimos a un momento histórico en el que actores muy poderosos del sector y organizaciones de la industria arriesgan para aportar su grano de arena a la innovación. Tradicionalmente, como muchas otras industrias, el sector de la automoción se ha beneficiado de muchos momentos de la historia: la guerra, la posguerra, el aumento de población, el estado de bienestar, el desarrollo de la clase media, la mejora de las infraestructuras. Todas ellas han acompañado y fomentado el crecimiento del sector. Ahora son la integración de la innovación, la tecnología, la conectividad o la inteligencia artificial los nuevos compañeros del sector en su camino hacia el futuro. Hablamos de un cambio cultural y en nuestro comportamiento como consumidores.
Esta transformación pasa también por la adaptación del talento, de la gestión de las organizaciones y de la responsabilidad corporativa de los principales actores de la industria. Este nuevo escenario tiene profundas implicaciones en el liderazgo de las compañías tradicionales del sector y obligan a un cambio de cultura corporativa sin igual en algunas de las mayores organizaciones industriales del mundo.
Los actores fundamentales de la industria señalan los mayores retos a los que se enfrentan los equipos directivos: transformación digital, diversidad (de género, cultura y experiencia), conocimiento de diferentes modelos de negocio, capacidades y experiencia internacional e innovación industrial. Todo esto, en un ecosistema cada vez más volátil, lleno de incertidumbres, complejo y ambiguo.
Las competencias de liderazgo también han cambiado. Una de las capacidades esenciales hoy es lo que denominamos ‘inteligencia líquida’ o la capacidad de interpretar las corrientes alrededor de nuestro ecosistema, para así adaptar nuestra navegación con suficiente anticipación. Hoy en día, sin capacidad de ejecución no hay estrategia que garantice el futuro de una organización.
Está claro que el cambio radical que se está produciendo en la industria va íntimamente ligado a un cambio en los líderes de las compañías que lo protagonizan. Han cambiado el comportamiento y la cultura de los consumidores. La transformación digital es ahora el catalizador que permite acelerar el desempeño del individuo, de los equipos y de las organizaciones enteras.
Cuando una organización es demasiado homogénea es cuando mayor es el riesgo de crear círculos viciosos. La industria del automóvil es una de las más globales. Invierte ingentes cantidades de dinero en la tecnología más avanzada, en los procesos de producción más automatizados, en la ingeniería más futurista, con el marketing más sofisticado. Sin embargo, muchos de los miembros de sus consejos de Administración son de la propia industria, han crecido dentro de la propia organización que representan, tienen una visión muy específica de su sector, con excelentes competencias técnicas pero a veces con poca visión externa. Esto no es siempre negativo. La experiencia y el conocimiento del entorno son importantes, pero se consigue mayor impacto siendo capaces de adaptarse al ecosistema en continuo movimiento.
Es un extracto del artículo publicado en expansión.com y cuyo autor es Stefano Salvatore, responsable mundial del sector Automoción y director general de España y Portugal en Heidrick & Struggles.
Director de ASEPA (Asociación Española de Profesionales de Automoción)
]]>