Por qué el coche sin conductor cambiará nuestro mundo
El coche autónomo está más cerca de lo que pensamos y, cuando llegue, no recordaremos como habíamos podido vivir sin él.
Hace un par de semanas Tesla hizo pública una noticia inesperada: los coches que fabriquen a partir de 2018 podrán circular sin necesidad de conductor. Para ello, se les ha dotado de ocho cámaras y doce sensores ultrasónicos que les permitirán saber lo que sucede alrededor de ellos a una distancia de 250 metros. Además, serán capaces de procesar los datos obtenidos 40 veces más rápido que los sistemas actuales, multiplicando su seguridad y capacidad de anticipación.
El objetivo del curso es proveer de los conocimientos y las habilidades necesarias para la gestión de cualquier flota de vehículos a través de todas las actividades y aspectos clave en la gestión de la misma. El curso esta dirigido a directivos, mandos intermedios, gestores de flotas y cualquier profesional relacionado con la gestión de flotas de vehículos.
En dos años habrá propietarios que puedan mandar su coche a recoger a sus hijos a la puerta de la escuela. Para demostrarlo, Musk ha prometido que harán un viaje sin conductor de Los Ángeles a Nueva York –40 horas de duración– a finales del año que viene. Un escenario de ciencia ficción que se planta ante nuestros ojos con las únicas dudas que surgen de la homologación y la capacidad de los Estados para adecuarse a la tecnología y a la demanda. Este futuro, que ya es presente, anticipa un mundo absolutamente diferente al de hoy.
1. Pocos coches en propiedad
En los planes de Tesla está el hecho de poder “alquilar” nuestro coche a otros usuarios mientras no lo utilicemos. La empresa Uber está poniendo todo la carne en el asador para prescindir de los conductores en sus servicios de alquiler. La posibilidad de mandar un coche a un destino y la capacidad de que las flotas se comuniquen ente sí, hará factible sacar el máximo rendimiento a los traslados de pasajeros. Mediante una aplicación en tu móvil podrás solicitar un vehículo en un punto determinado y, gracias a la intercomunicación entre ellos, se optimizará el tiempo de espera porque acudirá el automóvil que se encuentre más cerca. No será necesario tener coche propio sino que será suficiente una tarifa plana que dé acceso a la utilización de servicios de transporte. Dependiendo de las condiciones del contrato se podrá elegir: los acabados del modelo, la rapidez en la recogida, la disponibilidad, los horarios de uso… Un sistema más próximo a la telefonía móvil que podrá contratarse, incluso, para el uso de toda la familia o de la empresa. Se acabó tener que dejar el coche a tu hijo cuando se acaba de sacar el carnet.
2. Velocidad límite optimizada
Recuerdo un eslogan de otra más de las campañas de la DGT: “No podemos conducir por ti”. Pues está próximo el momento en que este eslogan se haga realidad, solo que en lugar del Estado (eso espero), nuestro conductor será una inteligencia artificial. En ese momento, el número de accidentes se reducirá drásticamente y será más seguro viajar en coche que coger un avión.
Entonces, ¿cuál será el límite de velocidad? Los vehículos que circulen por la misma carretera serán capaces de comunicarse entre sí para advertirse mutuamente de una tormenta repentina, de una calzada en mal estado, de un socavón inesperado o de cualquier otra circunstancia. La velocidad límite podría ser un simple cálculo de riesgo en relación a las condiciones concretas de cada momento. Las actuales señales de tráfico, o las limitaciones de velocidad en función del tipo de carretera, carecerán de sentido, al igual que el sistema de recaudación en torno a las infracciones de tráfico. Habrá que tirar de imaginación para mantener el gasto público.
3. Ciudades sin coches aparcados y atascos controlados
La fisonomía de las ciudades cambiará notablemente. Los vehículos que circulen por ella podrán optimizar sus trayectos para reducir el número de kilómetros que hacen sin pasajero. También serán capaces de situarse en zonas en las que estadísticamente haya clientes y abandonar lugares donde el número de personas que desean sus servicios se haya copado. Los atascos se preverán y no será veremos vehículos aparcados durante todo el día que son utilizados únicamente al final de la jornada laboral. Tan sólo se programará desde el móvil el momento en que lo necesites y un proceso de optimización te servirá un coche a la hora y en el lugar deseado.
4. Reparto y transporte de mercancías
El transporte por carretera se convertirá en un sistema rápido y preciso. No hará falta que el conductor descanse cada 2 horas, que duerma, o que se pare a comer. El seguimiento por GPS y los modernos sistemas de carga y descarga mediante robots podrían suponer una automatización perfecta del transporte de mercancías. El único inconveniente podría ser la recarga de las baterías; sin embargo, ya se está trabajando en sistemas de carga mediante inducción, lo que permitiría a los vehículos poder repostar en marcha. Todo esto, sumado a la utilización de drones para el reparto a domicilio de pequeños bultos, augura una transformación en el proceso de compra y entrega de mercancía.
5. Adiós al tren
El tren nació para rentabilizar el sistema de transporte. Las vías aportan fiabilidad para que un solo conductor pueda manejar un convoy de decenas de coches. En la conducción no es necesaria apenas intervención, porque no hay que estar pendiente de mantener al vehículo en la trayectoria correcta . Pero con el transporte autónomo todo cambia. Las ventajas del tren se esfuman como por arte de magia evidenciándose solo los inconvenientes: coste enorme de la infraestructura, rigidez en la modificación del trazado, rentabilidad muy limitada de las vías frente a las carreteras… En un mundo de vehículos autónomos los trenes dejan de tener sentido.
Una revolución silenciosa nos acecha. Hace poco más de un año Stephen Hawking, Bill Gates o el mismísimo Ellon Musk dieron la voz de alarma acerca de lo peligroso que puede ser la inteligencia artificial. Sin embargo, el mundo soñado en el que las máquinas nos libren de los quehaceres monótonos está cada vez más cerca. Las voces apocalípticas llegaron con la primera revolución industrial y la máquina de vapor, con la informática y la computerización o con internet. Claro que la inteligencia artificial podrá ser utilizada para hacer el mal, pero me temo que eso seguirá siendo decisión de los humanos. Como ha sucedido hasta ahora con el resto de avances.