Los mandos físicos están volviendo a los coches. Nunca se fueron en algunas marcas, pero otras han reculado tras las críticas de los usuarios: hola, Volkswagen. Y es que hay ciertas funciones que no tiene sentido que no se manejen desde un botón o mando que puede activarse al tacto.
En este resurgir de los botones tienen mucho que ver las propias opiniones de los usuarios. La funcionalidad manda: “La gente parece tener hambre de botones físicos”. Más si cabe cuando nos pasamos horas delante de pantallas y no precisamente la del coche.
“El botón puede ser una forma de des-tecnificar nuestra existencia cotidiana”
Sobre este regreso a los mandos físicos reflexiona Rachel Plotnick, profesora de tecnologías de la información en la Universidad de Indiana y autora de un interesante análisis sobre la convivencia entre las pantallas y los botones físicos. En su opinión, son complementarios, pero no deben ser excluyentes. Plotnick ha asesorado a fabricantes en este aspecto.
Entrevistada por Spectrum, Plotnick señala que “todo se convirtió en una pantalla, tu coche era una pantalla táctil” y la gente se ha cansado de ello. “No siempre tienes que mirarlos (puedes sentirlos cuando no quieres prestarles atención directamente). También porque ofrecen una mayor variedad de tacto y respuesta”.
Asimismo argumenta que: “Tal vez sea fatiga de pantalla. Pasamos todo día y noche en estos dispositivos, desplazándonos o pasando páginas y vídeos constantemente, y eso resulta agotador. El botón puede ser una forma de des-tecnificar nuestra existencia cotidiana, hasta cierto punto”.
Pero además de móviles, tablets o estar frente al ordenador largas horas, Plotnick señala otra de las claves de por qué los botones no deben desaparecer del habitáculo de un automóvil: “Cuando conduzco, en realidad no es seguro que mi coche funcione de esa manera”. Un botón se toca y evita que no miremos la carretera, una pantalla o un mando háptico hay que mirarlo para activarlo.
En el equilibrio está la virtud: pantallas pero también botones, según la función. Esta tendencia la confirma la señalada Volkswagen o Hyundai. La firma asiática ha señalado recientemente que no va a abandonar nunca los mandos físicos porque es lo que demandan sus clientes. “Cuando hicimos las pruebas con nuestro grupo de control, nos dimos cuenta de que la gente se estresa, se molesta y se enfada cuando quiere controlar algo en un momento dado y no puede hacerlo”, señalan desde la firma coreana.
Como señala Plotnick no se trata de eliminar por completo las pantallas de los coches, más bien de que ambos convivan y que lo hagan de una forma lógica: que sea la función lo que lo determine.
Para operaciones que solemos hacer mientras vamos conduciendo: mandos físicos. Ajustar la climatización, reglar las luces o escoger un modo de conducción, mejor con botones o mandos que se pueden activar al tacto. Lo que tiene todo el sentido del mundo: lo que no lo tiene es tener que navegar en un menú y dar varios clics para activar el modo eléctrico en un híbrido enchufable.
Y para otras como el entretenimiento o la navegación GPS, mantenerlo en la pantalla, donde tienen más sentido y es más orgánico. Precisamente porque este tipo de apps han nacido en dispositivos con pantalla.
Esta tendencia no es exclusiva de las marcas del Grupo Hyundai. Mazda siempre ha limitado el uso de las pantallas en sus coches pese a incluirlas: su habitáculo está lleno de botones y mandos, lo que se agradece enormemente. Otras firmas como Bugatti o DS lo hacen más por diseño o diferenciación.
En todo caso, y aunque la conducción autónoma puede cambiar de nueva esta tendencia, fiar todo a la pantalla del coche es peligroso: el tiempo que pasemos intentando activar una función en el display no estaremos mirando a la carretera. Son cientos de metros, si vamos a velocidades elevadas. De hecho, la DGT prohíbe usarlas en marcha y nos multa por ello.
Marcas como Tesla van en la dirección opuesta: sus modelos cada vez tienen menos mandos físicos. Pero el avance y la vanguardia no pueden ir contra la seguridad en carretera por mucha tecnología preventiva que lleven ahora los coches. El consumidor manda y demanda botones.
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