Aunque también presentan alguna desventaja.
La evolución de los coches ha sido notable a lo largo de las décadas, pero es cierto que mientras ciertas áreas han cambiado mucho con el paso de los años, otras han parecido estar estancadas durante el mismo periodo. No es hasta que llega una novedad importante que no dan un salto notable. Es el caso de los retrovisores inteligentes.
Desde su concepción inicial un retrovisor ha permanecido principalmente inalterado: un espejo utilizado para ver lo que viene por detrás del vehículo, ya sea directamente en el carril, con el central, o también por los lados, con los laterales.
Apenas han cambiado desde su origen y simplemente han ido añadiendo ligeras mejoras, tales como la posibilidad de ser regulables, tener apertura y cierre eléctrico o ser calefactables, algo que es bastante útil en zonas con bajas temperaturas.
Es por eso que la llegada de los retrovisores inteligentes supone ese salto hacia adelante que de verdad supone una evolución notable.
Éstos, en lugar de un espejo, cuentan con una pantalla que puede mostrar las imágenes capturadas por una o varias cámaras, en función del dispositivo del que hablemos.
Como mínimo tienen una colocada por dentro, que muestra lo que viene por detrás en un ángulo parecido al del retrovisor interior estándar, pero suelen tener al menos otra exterior, que muestra directamente lo que está pasando detrás del vehículo.
Las imágenes capturadas por ambas se procesan de manera simultánea y un ordenador elige cuál es la más útil que mostrar al conductor en cada momento. ¿Cómo? Utilizando la información recogida por diversos sensores y basándose en parámetros en función de la situación: si hay coches cerca, el tipo de maniobra que se esté realizando, etc.
Esa versatilidad es una de sus principales ventajas, pero aún hay más. Así, normalmente la cámara trasera es un gran angular, por lo que ofrece un mayor ángulo de visión y facilita tareas como la de aparcar. Además, muchas están equipadas con visión nocturna, con lo que por la noche presentan una mejor visibilidad.
Otro punto a su favor es que la pantalla del retrovisor interior puede ser configurable, en cuyo caso es posible hacer que él aparezcan diversos tipos de información, como, por ejemplo, las indicaciones del GPS.
Ahora bien, aunque tienen muchos puntos fuertes, no todo iba a ser bueno y es que presentan ciertas desventajas respecto a los retrovisores convencionales, siendo la principal la del coste.
Un retrovisor estándar es de una simpleza mayúscula, por lo que su precio es muy barato, su mantenimiento es prácticamente nulo y si hay que reemplazarlo no supone un desembolso excesivamente grande.
Con los retrovisores inteligentes hablamos justo de lo opuesto, puesto que la presencia de numerosos elementos tecnológicos como las cámaras y los sensores hacen que sean dispositivos más caros, también más costosos de reparar o reemplazar y los convierte en piezas del coche con una vida útil menor que la de un espejo convencional.
Escrito por: Mario Herráez
Fuente: https://www.autobild.es/
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