Un coche híbrido enchufable puede ser una buena opción de compra para algunos conductores pero para otros no; analizamos todos los casos.
El coche híbrido enchufable tiene bastantes clientes a los que les puede interesar… aunque no es para todo el mundo. Analizamos para quién es adecuado y para quién no.
A quién sí le interesa comprar un coche híbrido enchufable
Un coche híbrido enchufable o PHEV es un vehículo con un perfil de cliente muy definido. Primero, y fundamental, es tener la oportunidad de cargar el coche con frecuencia, ya sea en casa o el trabajo.
El segundo requisito es que la autonomía real en modo 100 % eléctrico encaje con nuestros recorridos habituales o incluso exceda esas necesidades, de manera que durante la utilización cotidiana no necesitemos hacer uso del motor de combustión.
No se trata sólo de los kilómetros, sino también del tipo de vía, la orografía y la temperatura, dado que son factores con un fuerte impacto en la autonomía real. La llegada de PHEVs con autonomías “enormes” ha relajado mucho este requisito, abriendo el mercado de clientes potenciales de manera notable.
l comprador tipo es también alguien que, o bien no se siente cómodo con la autonomía actual de los 100 % eléctricos actuales o realiza recorridos largos, periódicos y poco planificados que justifican la flexibilidad que actualmente ofrece el combustible.
Por supuesto, un requisito importante y atractivo es el de poder sacar partido a las ventajas actuales de la etiqueta CERO, sobre todo en términos de circulación y aparcamiento… aunque el acceso a las ayudas también es un factor importante.
En definitiva, hablamos de un vehículo ideal para “mojarse los pies” en la electromovilidad, consiguiendo un ahorro sustancial en términos de combustible.
Dos cuestiones a tener en cuenta son la probabilidad incrementada de averías (en realidad, estamos comprando dos coches en uno) y la de encontrar el funcionamiento eléctrico tan seductor que acabemos arrepentidos de no haber optado por un 100 % eléctrico desde el principio.
También conviene tener en cuenta que las baterías de los PHEVs, como todas las demás, experimentan degradación (por ejemplo, un 20% en diez años) que reduce de la autonomía eléctrica real… y cualquier cálculo debe de tener en cuenta este factor (así como posibles cambios en nuestras circunstancias personales).
A quién no le interesa comprar un coche híbrido enchufable
La etiqueta CERO puede ser muy atractiva (con la legislación y condiciones actuales) pero no justifica adquirir un PHEV que casi nunca va a enchufarse. Simplemente el incremento en consumo (de entre 0,5 y 0,7 litros de media) puede echar por tierra gran parte de los beneficios.
Por supuesto, y a raíz de lo anterior, no es un vehículo adecuado para quien no cuente con un punto de carga (ya sea en casa como en el trabajo).
La autonomía real es un aspecto muy importante, especialmente entre los que homologan en torno a los 50-60 kilómetros. Como son coches que descargan su batería en un recorrido corto, aspectos como las velocidades elevadas, las pendientes prolongadas o las temperaturas extremas (sobre todo el frío, dado que no suelen incorporar bomba de calor) pueden llegar a “devorar” el 50% de la autonomía homologada, dando como resultado un vehículo que no cumple con el propósito práctico con el que se adquirió.
Aunque un PHEV puede ofrecer una eficiencia de combustible similar al de un híbrido eléctrico en recorridos largos puntuales (del orden de los 350 kilómetros, y usando el modo híbrido inteligente, que descarga la batería de manera lenta), eso no aporta una ventaja sustancial que justifique el riesgo de avería, complejidad y peso extra de la batería.
Lógicamente, tampoco es el coche ideal para quien pueda “convivir” con un modelo 100 % eléctrico, porque estará renunciando a algunas características de los eléctricos que los PHEV aún no pueden proporcionar… y especialmente a la capacidad de aceleración intensa e instantánea (si bien, y debido a la mayor tensión y potencia que pueden brindar sus baterías, los PHEVs siempre suelen ser más prestacionales que sus alternativas híbridas sencillas con baterías “pequeñitas”).
También estará pagando más en términos como revisiones, etc. Teniendo en cuenta el buen funcionamiento de los eléctricos y la dificultad para revertir la compra de un coche sin sufrir pérdidas, comprar un PHEV pudiendo disfrutar de un BEV puede resultar bastante frustrante.
Fuente: Autofácil.
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