Los consejos para conducir en invierno se dan cada año, pero no siempre se recuerdan y a veces ocurren episodios desagradables que ocupan todas las portadas aunque son evitables. Por eso, ahora que el temporal Filomena nos ataca de lleno, vamos a refrescar de nuevo la memoria sobre la conducción con nieve, sobre hielo o incluso en ambas circunstancias.
Las cosas comienzan a ponerse feas por debajo de 7 ºC, cuando los neumáticos convencionales empiezan a perder sus prestaciones por el frío. Todos sabemos que en la Fórmula 1 la temperatura del neumático es vital, pero no hace falta estar en competición, pues en las carreteras públicas la temperatura de los neumáticos también influye, y mucho, en tu seguridad.
Conducir en invierno siempre ha tenido su complejidad
Los consejos para conducir en invierno que vemos ahí siguen siendo válidos en la actualidad, y más con los temporales de nieve y hielo que se producen de forma cíclica en España.
Con la calzada fría ya hay que empezar a extremar las precauciones. De hecho, hoy muchos coches avisan al conductor con un pitido si la temperatura es inferior a 4 ºC. Sí, para eso sirve esa alerta. A 0 ºC o menos, si hay mucha humedad o ha habido precipitaciones, el riesgo es máximo.
Las autoridades, en previsión de nevadas o heladas, suelen esparcir sal, salmuera o productos equivalentes en la calzada. Es una forma efectiva de limitar la acumulación de nieve y evitar la creación de placas de hielo, pero también hace más resbaladiza la calzada. Conducir como si estuviese diluviando es una buena forma de adaptarse.
Usemos el neumático que usemos, a medida que baja la temperatura aumenta el riesgo. La meteorología combinada con la sal o con la suciedad que tiene el asfalto crea un cóctel muy peligroso. Muchos conductores tienen en su historial un buen susto relacionado con esta combinación.
Evaluación, anticipación y prevención contra la nieve y el hielo
Si la carretera acumula nieve debemos extremar las precauciones. Hay que reducir en la medida de lo posible el uso del cambio de marchas, priorizar el uso de marchas largas, ser suaves con los mandos y, en los modelos automáticos, darle al botón “Snow” o “Winter” (si existe), que suaviza los programas. Cuanto más larga sea la marcha, menos fuerza se transmite a las ruedas y habrá menos riesgo de pérdida de adherencia.
La utilización del pedal de freno debe hacerse como si no tuviésemos ABS instalado, es decir, sin pisarlo a fondo y dosificándolo prudentemente, con mucha suavidad y si es posible usando el freno motor en lugar de los órganos de frenado. Es importante, por tanto, aumentar las distancias de seguridad por encima de lo que lo haríamos normalmente, ya que el coche no va a frenar igual, ni con la misma precisión y en caso de pérdida de agarre necesitamos espacio para corregir la situación.
También hay que ser mucho más cuidadosos con el uso del volante, evitando los golpes de dirección y la conducción agresiva. Ni siquiera hace falta una conducción errática para recibir una sobredosis de subviraje sobre asfalto deslizante, por lo que los movimientos deben ser tan sutiles como si en el maletero llevásemos dinamita.
El peor enemigo que tenemos en invierno es el hielo, que es tan resbaladizo como el aceite y puede significar pérdida de control total, llevemos las ayudas electrónicas que llevemos. Salvo que sea imprescindible, no quitaremos las ayudas electrónicas: tienen su efectividad aunque los neumáticos agarren mucho menos y pueden ser la diferencia entre una situación complicada y otra mucho peor.
Podemos encontrar hielo escondido bajo la nieve o en zonas donde no da el sol en los cortos días de invierno. Si hay agua, menos de 4 ºC y sombra, puede haber hielo. Es fácil encontrarlo compactado en la capa inferior de la nieve si no se ha retirado esta durante un periodo largo de tiempo, o si se ha convertido en hielo a base de pisarla.
Mantener la calma es lo primero que debemos hacer frente al hielo. No tratemos de cambiar la situación con decisiones de último momento. La prevención es la mejor manera de combatir las placas de hielo y, en caso de encontrarnos con una, ya deberíamos haber reducido la velocidad sensiblemente y aumentar la distancia de seguridad para que, si perdemos el control, podamos detener el vehículo en la distancia que sea necesaria.
Cadenas y neumáticos de invierno son unos grandes aliados
En el caso de tener una capa de nieve gruesa, recibir el aviso de obligación de uso de cadenas por parte de las autoridades o encontrarnos en una situación complicada (además de nieve, hielo o incluso barro si se diera el caso) habrá que usar las cadenas o cualquiera de sus alternativas homologadas.
Nos pueden multar si nos quedamos tirados por no llevar cadenas cuando es obligatorio su uso, y además con razón. Aquello de “nadie me avisó de que tenía que llevarlas” no sirve. Ocupan poco en el maletero, son más fáciles de poner de lo que te imaginas y te pueden salvar de quedarte atrapado en medio de ninguna parte en pleno invierno durante horas.
¿Y si han cortado una carretera y tú llevas cadenas? Bueno, eso significa que la vía está totalmente impracticable, ya sea porque el manto de nieve imposibilita el avance de los vehículos, porque hay placas de hielo muy peligrosas, porque hay coches atrapados y hasta que no se retiren es mejor no seguir empeorando el problema o por cualquier otra situación. ¿Opciones? Tres: buscar una alternativa, esperar o darte la vuelta.
Los neumáticos de invierno son una alternativa a las cadenas. Son neumáticos diseñados para mejorar el agarre y la evacuación de agua y nieve, además de contar con compuestos que no reducen sus prestaciones con temperaturas próximas o inferiores a 7 ºC.
En el vídeo superior podemos ver las dificultades que un conductor cualquiera se puede encontrar conduciendo con neumáticos de verano sobre no demasiada nieve. El coche es muy difícil de detener, y por otra parte acelerar en primera sin tacto se vuelve un calvario con el que apenas se avanza.
Los neumáticos de invierno, al menos hasta que hay un par de dedos de nieve, se asemejan a conducir con lluvia con neumáticos de verano. La carretera no agarra igual y lo sabemos, y ampliamos las precauciones. Lo que no se tiene es esa sensación constante de ir vendidos.
Con neumáticos de invierno cualquier coche mejora sus capacidades de agarre sobre condiciones complicadas. Donde el mismo coche con neumáticos convencionales estaría luchando por encontrar el agarre, los neumáticos de invierno mantienen la compostura y permiten salir airosos.
Además de traccionar mejor a la hora de avanzar, los neumáticos de invierno logran ser mucho más efectivos frenando, manteniendo el coche en el sitio y conservando la estabilidad en las curvas. Aunque esto no quiere decir que podamos conducir a lo loco sobre carreteras nevadas si llevamos neumáticos específicos, pero sí que ayudan a pasar el mal trago y además no pasaremos el trance de tener que parar a instalar las cadenas en pleno temporal.
Otras de sus ventajas es que a diferencia de las cadenas no veremos limitada la velocidad a la que podemos circular en condiciones normales (50 km/h con cadenas), no sufren daños por conducir con ellos sobre asfalto seco y tendremos la tranquilidad constante de que estaremos más seguros en caso de una complicación repentina de la meteorología.
Otros consejos para conducir en invierno
Al margen de la opción que utilicemos para las ruedas y de lo bien equipados que vaya nuestro coche, en invierno siempre es recomendable llevar ropa de abrigo en el coche, mantas, unos buenos guantes, el depósito a tope, algo de comida (aunque sean barritas de muesli), agua, batería en el teléfono y cargador por si las cosas se ponen feas.
Recuerda aquello de que es mejor no tener que echar nada en falta.
También las baterías se ven afectadas por las bajas temperaturas, especialmente si tienen ya un cierto uso, lo que unido a un exceso de trabajo si al coche le cuesta más arrancar con frío se puede convertir en que una mañana el coche no consiga ponerse en marcha. Comprobar el estado de carga, abrigar el compartimento de la batería y tener un cargador en casa para enchufar la batería y así tenerla con un buen nivel de carga son buenas ideas.
El estado de los neumáticos también es muy importante. Si la profundidad mínima ya es relevante durante todo el año, en invierno resulta crucial. Lo aconsejable es que el dibujo de los neumáticos tenga al menos 3 mm para poder hacer bien su trabajo. También deberemos comprobar que las cubiertas no tengan un desgaste irregular, lo que denota una mala pisada de las ruedas.
Al dejar el coche aparcado, no hay que tensar el freno de mano al máximo, porque si cae mucho la temperatura y se congela costará horrores quitarlo. Podemos ayudarnos de dejar una marcha engranada para mayor seguridad. Los limpiaparabrisas también pueden quedarse congelados, así que es mejor dejarlos alzados o separados de la luna con un cartón o una manta gorda. De esta manera no nos tocará tener que rascar la luna.
En la era de la información no hay excusa, los días complicados hay que consultar el estado de las carreteras, ver vídeos sobre cómo se ponen cadenas del coche y consultar el gran olvidado: el manual de instrucciones del coche.
Y por último pero no menos importante, si tienes la posibilidad de no coger el coche, casi igual es mejor que no lo hagas.
Fuente: https://www.motorpasion.com/
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