Uno de los principales Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados por la ONU en su agenda de cara a 2030 es la adopción de energías asequibles y no contaminantes. Sin embargo, tal y como señala el organismo, la transición energética es realmente lenta: el 13% de la población mundial aún no tiene acceso a servicios modernos de electricidad; además, la energía es el factor que contribuye más al cambio climático y representa alrededor del 60% de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero; y, en 2015, el 17,5% del consumo final de energía fue de energías renovables. Por eso, la búsqueda de alternativas para reducir las emisiones globales se antoja ahora el principal objetivo. Y la respuesta podría estar en el hidrógeno verde, según escribe Pavel Ramírez en lainformacion.com.
Aunque su concepción es relativamente nueva, lo cierto es que el hidrógeno verde es una idea que, en parte, nace de los motores de hidrógeno, que en los últimos años ya se han planteado como una
alternativa a los eléctricos de batería: su mecanismo consiste en que una pila de combustible produzca su propia electricidad en el coche; para ello, el hidrógeno del depósito reacciona con el aire, generando electricidad y liberándose agua (H2O) al exterior en forma de vapor. Así, es la forma más limpia para generar electricidad, pero el problema es que, para obtener hidrógeno, se requieren actualmente grandes cantidades de energía… o utilizar fuentes no renovables.
La mayor parte de la producción de hidrógeno proviene de combustibles fósiles, gases naturales, hidrocarburos
líquidos y carbón. En todos estos casos, el proceso es relativamente barato aunque muy contaminante. Por ello, existe una alternativa que no causa directamente la emisión de gases de efecto invernadero: la electrólisis del agua o, lo que es lo mismo, el proceso mediante el cual se separan y se aíslan el hidrógeno y el oxígeno como elementos independientes. El problema reside en que la electrólisis requiere de grandes cantidades de energía… lo que lo convierte también en un proceso contaminante.
Para hacerse una idea de la magnitud de lo contaminante del proceso para obtener este elemento, cabe recordar que, solo en 2017, la producción mundial de hidrógeno representó más emisiones de CO2 que toda Alemania o la industria naviera mundial. Sin embargo, el último informe de Wood Mackenzie señala que el ‘hidrógeno verde’, que es producido con energía eólica y solar a través de la electrólisis, dividiendo las moléculas de agua en átomos de hidrógeno y oxígeno, es producido sin hidrocarburos, lo que puede reducir considerablemente las emisiones de una nación o empresa.
En este sentido, la clave estriba en que la fuente de energía para llevar a cabo la electrólisis sea 100% renovable. Por eso, en los últimos tiempos un buen puñado de países -China, Canadá, Japón o EEUU, entre ellos- han puesto el hidrógeno verde en su agenda de prioridades: en 2020, China pretende tener al menos 5.000 vehículos de hidrógeno, mientras que para 2030 aspira a que sean un millón de unidades; EEUU ya prepara sus infraestructuras para el combustible del futuro y, de hecho, tiene previsto construir en torno a 200 surtidores de hidrógeno solo en California de cara a 2025.
El transporte es uno de los sectores que más fuerte apuesta por esta iniciativa. Por ejemplo, en Japón quieren liderar la flota de vehículos a hidrógeno desde el próximo año: se espera que circulen por el país hasta 40.000 vehículos de hidrógeno durante los Juegos Olímpicos de Tokio. Pero también tiene otras aplicaciones como la industria, especialmente la metalúrgica o siderúrgica: para llegar a las altísimas temperaturas que necesitan para operar (de hasta 1.500ºC), las centrales podrían empezar a utilizar el hidrógeno verde como fuente de combustión.
Se trata de un combustible que se ha propuesto para todas las industrias posibles, aunque hasta los últimos años no se ha erigido como la única alternativa 100% sostenible para generar grandes cantidades de energía. Esto se debe a que, cuando se quema, solo deja vapor de agua en lugar de los gases de efecto invernadero que provienen de los combustibles fósiles… A pesar de ser tan potente como éstos: como es más liviano que cualquier otro elemento de la tabla periódica, las primeras aeronaves lo usaban como combustible para mantenerse en el aire en el siglo XX, hasta el fatal desenlace del terrible accidente del zepelín Hindenburg en 1937. Eso sí, en la actualidad también se utiliza en cohetes.
Quizás por eso, se trata de un mercado al alza y la cartera de proyectos prevista para los próximos años es 12 veces mayor que en las últimas dos décadas: desde el año 2000 hasta el final del 2019, se han desplegado aproximadamente un total de 252 megavatios en distintos proyectos destinados a la producción de hidrógeno verde; en cambio, para 2025, se pretende llegar en todo el mundo a otros 3.205 megavatios, un 1.272% en solo cinco años.
Fuente: http://www.asepa.es/
Antonio Mozas
Director de ASEPA (Asociación Española de Profesionales de Automoción)
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