Aunque las cubiertas no tienen fecha de caducidad establecida por el fabricante, el caucho de los neumáticos, con el paso del tiempo, puede endurecerse y agrietarse, y, como consecuencia, hacer que las ruedas se cristalicen y pierdan sus propiedades mecánicas.

Además, la radiación solar, los cambios de temperatura, el envejecimiento natural del neumático, la incorrecta manipulación en el transporte o el modo inadecuado de almacenamiento, entre otros, también pueden ser factores que conlleven dicha cristalización.

Para saber cuándo unas cubiertas se encuentran en tal estado, Loctite publica un post en su blog en el que detalla los síntomas de desgaste que alertan sobre esta situación. Entre ellas, destaca la pérdida de adherencia y estabilidad, que ocasiona una falta de precisión en la dirección.

Además, la pérdida de adherencia aumenta la distancia de frenado y el consumo de combustible. A esto se suma que el aumento de dureza provoca más vibraciones al circular y daños en la goma, pérdida de elasticidad y mayor posibilidad de aquaplaning.

Por otro lado, el artículo indica que es importante al instalar los neumáticos fijarse en la fecha de fabricación (en el flanco del neumático, tras las siglas DOT), un código de cuatro dígitos en el

que los dos primeros hacen referencia a la semana de fabricación y los dos siguientes al año.

Asimismo, los profesionales de Loctite recuerdan que no es aconsejable usar neumáticos con más de 10 años. Y, a partir del quinto año de fabricación, es recomendable que se vigile su estado y revisar el flanco interior, el exterior y la banda de rodadura del neumático, así como su dureza.

En la Unión Europea, el reglamento requiere que todos los neumáticos fabricados después del 1 de junio del año 2012 y comercializados en la Unión Europea a partir del 1 de noviembre de 2012 contengan una etiqueta con información específica para el consumidor sobre eficiencia energética, adherencia sobre suelo mojado y ruido durante la rodadura.