El caos favorece la regeneración. Y la vuelta a la normalidad tras el confinamiento dictará nuevas normas sociales que modificarán quizá para siempre los hábitos sociales.
Nos saludaremos guardando las distancias y lo cotidiano cambiará, por ejemplo normalizando el teletrabajo, sustituyendo los viajes profesionales por videoconferencias o simplemente pagando las compras sin dinero físico. Así nos lo cuenta Juan Luis Soto en el motor.elpais.com.
Pero una de las cosas en las que más se va a apreciar esta transformación será en la movilidad. La prevención de posibles contagios y la norma general de evitar aglomeraciones desaconsejan la habitual masificación de los medios de transporte.
La imposición del distanciamiento social hace imposible la utilización de los medios colectivos tal como se conocen hasta ahora. Tren, metro o autobús tendrán que adaptarse a la norma general y separar a los viajeros con la distancia de seguridad preceptiva, lo que obligará a que ocupen un mayor espacio cada uno para respetarla. Y con la obligación del uso de mascarilla durante el trayecto, a semejanza de lo que ya ocurre en algunas ciudades asiáticas como Bangkok, obligando a instalar expendedores de esta protección en las estaciones y destinar personal para vigilar su cumplimiento.
Un medio de transporte muy afectado por el nuevo escenario será el carsharing. La imprescindible desinfección al cambiar de conductor se hace imposible en el actual formato de tarifa por minutos. Las empresas de carsharing tendrán que modificar su actual funcionamiento tendiendo a alquileres de mayor duración, por varias horas o a jornada completa, para poder garantizar el servicio de descontaminación. Y los alquiladores tradicionales tendrán aquí una nueva oportunidad, ya que muchos viajeros preferirán por seguridad contratar un vehículo individual en los desplazamientos interurbanos antes de recurrir a los transportes públicos.
Tampoco la fórmula del coche compartido parece que vaya a salir indemne de esta tremenda crisis. Sin garantías de quién puede ser portador del virus y quién no, la práctica de admitir pasajeros desconocidos sin posibilidad de respetar las distancias mínimas de seguridad, viajando en el mismo espacio durante horas resulta arriesgada, como poco.
Coche, moto o bici, lo más seguro
Como ya se ha comprobado por la experiencia en plena pandemia, el vehículo individual, ya sea coche, moto o bici, se ha revelado como la forma más segura de evitar el contagio. El uso por una misma persona y una desinfección periódica garantizan por el momento las mayores garantías de aislamiento en los desplazamientos.
Y la tendencia a usarlos crece, según los primeros territorios en levantar el confinamiento, como en Wuhan, la zona más castigada de China por el coronavirus, donde una importante mayoría de ciudadanos que no disponían de vehículo han manifestado su intención de comprarlo por miedo a contagiarse en los transportes colectivos.
Gasolineras y áreas de servicio tampoco se librarán de experimentar la transformación de sus instalaciones. Desde los guantes y productos desinfectantes a disposición de los usuarios hasta servicios adaptados a una mayor seguridad higiénica, sin grifos manuales ni secadores automáticos que puedan propiciar el contagio.
Y en los desplazamientos de larga distancia también se hará notar el antes y después del Covid-19. El turismo no recobrará el mismo flujo de pasajeros anterior a la pandemia y el transporte de mercancías recurrirá cada vez más a proveedores de proximidad, evitando en lo posible la dependencia exterior con expediciones transfronterizas de largo recorrido.
Fuente: http://www.asepa.es/
Antonio Mozas
Director de ASEPA (Asociación Española de Profesionales de Automoción)
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